El 14
de noviembre se celebra el Día Internacional de la Diabetes.
Desde que tengo uso de razón he tenido una sensibilidad especial con esta patología que, según mi visión casi infantil, limitaba a las personas a no poder comer dulces, lo que me parecía una auténtica faena.
Desde que tengo uso de razón he tenido una sensibilidad especial con esta patología que, según mi visión casi infantil, limitaba a las personas a no poder comer dulces, lo que me parecía una auténtica faena.
Más
allá de estas restricciones, que a día de hoy me parecen casi lo más asequible
de la patología, como podólogo me preocupa especialmente la repercusión que puede
tener esta enfermedad en el pie cuando no existe un control adecuado de los niveles de glucosa.
Tanto es
así que en mi trabajo de fin de grado elegí como tema el impacto económico y
social de una de sus complicaciones más graves, el mal perforante plantar.
Es muy importante concienciar de la necesidad de llevar a cabo un buen control de la diabetes y un adecuado seguimiento podológico. Es un dato muy impactante, pero no está de más saber que un 85 por ciento de las amputaciones que a día de hoy se llevan a cabo son en pacientes diabéticos como consecuencia de estas gravísimas complicaciones que se producen en ocasiones.
Es muy importante concienciar de la necesidad de llevar a cabo un buen control de la diabetes y un adecuado seguimiento podológico. Es un dato muy impactante, pero no está de más saber que un 85 por ciento de las amputaciones que a día de hoy se llevan a cabo son en pacientes diabéticos como consecuencia de estas gravísimas complicaciones que se producen en ocasiones.
La
buena noticia es que, por lo general, se trata de problemas claramente
prevenibles con un abordaje integral de esta patología que incluya a todos los
profesionales sanitarios, desde el endocrino, al médico de atención primaria
pasando por los profesionales de enfermería y, en algunos casos, personal de
servicios sociales. En este equipo, además, los podólogos también jugamos
nuestro papel.
Al
menos es así en los hospitales españoles que cuentan con unidades específicas
para el tratamiento del pie diabético y que han destacado por una organización
óptima para atajar a tiempo todas estas consecuencias. Los pocos podólogos
integrados en el Sistema Nacional de Salud trabajan en estas unidades.
En
líneas generales, cualquier persona diabética que lleve un buen control de la
enfermedad debe cuidar sus pies con normalidad y tomar alguna precaución especial.
Las
medidas de higiene e hidratación son las habituales, pero es cierto que han de
tener un cuidado especial con las heridas, puesto que cicatrizan peor.
Eso
conlleva una elección especialmente cuidadosa del calzado, para evitar roces y
molestias.
El calzado debe ser:
El calzado debe ser:
De pala
ancha y cuadrada, es decir, que tenga altura suficiente para dejar espacio a
los dedos tanto por arriba como en laterales. Sin embargo, no debe ser
demasiado holgado, para evitar rozaduras.
Debe
ser ligero y tener una suela flexible y antideslizante, además de estar
confeccionado con materiales naturales como el cuero, para favorecer la
transpiración, y sin costuras ni cortes interiores.
Otro
detalle importante en el cuidado diario es el corte de las uñas. Hay que evitar
cortauñas y tijeras. Lo ideal es emplear una lima de cartón y se debe evitar redondear
el pico.
Todos
intentamos cuidarnos, pero hay que ser consciente de que cuando esta
tarea no sea fácil de realizar, lo mejor es dejarlo en manos de su
podólogo.
Pie
diabético
Cuando
la enfermedad no está bien controlada y el tratamiento con antidiabéticos
orales o insulina no consigue mantener los niveles de azúcar dentro de la
normalidad, el tipo de complicaciones que aparecen en esta zona reciben el
nombre de ‘pie diabético’.
Entre
las alteraciones que se pueden presentar hay importante problemas de
circulación y también del sistema nervioso. Entre ellas, destaca la denominada
neuropatía diabética, cuyo síntoma más llamativo es la pérdida de sensibilidad.
Llegados
a este punto, hay que extremar las precauciones con la elección del calzado y
los cuidados. Está totalmente desaconsejado caminar descalzo, así como
calentar los pies cerca de fuente de calor, puesto que podría quemarse y no
advertirlo siquiera.
Es
importante también revisar el interior del calzado, controlar la temperatura
del agua en el lavado -mejor con agua tibia y jabón neutro y no más de cinco
minutos-, secar muy bien, especialmente entre los dedos, y aplicar crema solo en
el dorso y la planta del pie, evitando aplicar crema entre los dedos.
Otra
recomendación es que utilicen siempre calcetines sin costuras solo de lana o algodón.
Cualquier
paciente con pie diabético debe revisar sus pies a diario y ante una zona
enrojecida, una herida o supuración debe acudir con carácter urgente a su
podólogo o su médico de cabecera.
La
estadística actual indica que alrededor del 15 por ciento de las personas con
diabetes desarrollarán una úlcera en el pie. El mal perforante plantar en el
que me centré en mi trabajo de fin de grado es una de las de mayor gravedad.
Como os
decía antes, lo importante es conocer muy
bien los cuidados y las precauciones que se han de tomar, y formar a los
pacientes, y también a sus cuidadores, para que estén alerta y puedan actuar a
tiempo, porque es perfectamente prevenible y llegado el caso se pueden curar, con cuidados específicos y la
atención de profesionales.